-Os contaré el secreto de la vida...

14 agosto 2013

Pensamiento (cuento.) sergio Velardez

Pensamiento (cuento. sergio Velardez)




1.

Hace un tiempo atrás, un día lluvioso cualquiera, estaba yo aburrido de bucear en cavilaciones inútiles, divagando con la mente sin rumbo fijo. Hacía cuatro meses que Clara me había dejado, y desde entonces la soledad ensombreció mi vida. Todas las cosas se sucedían sin sentido ni gracia. No le guardé rencor, pero en el fondo sentía un puñal de traición que no dejaba de cercenar mis ánimos...necesitaba pensar en otra cosa y desintoxicar mi mente de ese pasado cíclico que volvía a atormentarme una y otra vez. De modo que harto del hastío tomé el paraguas y me fuí a la feria del pueblo a comprar un ramo de pensamientos.
No fué fácil hallar quien los vendiera ya que la lluvia impidió la concurrencia de la mayoría de los feriantes. Después de caminar y caminar esquivando charcos, llegué hasta un puesto cubierto por un gran toldo despintado y lleno de huecos por donde el agua se filtraba a chorros dando la impresión de que llovía más fuerte debajo de la carpa que afuera de ella. La gitana que atendía la tienda me preguntó amablemente:

-¿Qué anda buscando, muchacho?

- Un ramo de pensamientos.

- y para qué tanto?...con uno o dos pensamientos alcanza. No lo cree?

- Con este tiempo no hay nada para hacer! cae tanta agua del cielo que hasta las ideas se mojan!

- Está bien...déjeme ver si me quedan...ajá! lo que me temía: solo me quedan dos pensamientos, pero ambos muy interesantes: uno es aquel que está dentro del frasco verde obscuro. Es un pensamiento inconcluso del siglo IV, muy antiguo!...se cree que procede de oriente. Nadie se atrevió a llevarlo. Muchos dijeron que el diablo estaba metido en la cabeza que concibió ese pensamiento maldito; El otro es un antídoto, creo, del primero: Es aquel que está en el frasco celeste. Es un pensamiento concluyente, pero no sé de qué época ni lugar proviene.

- Mmm...interesante!...me llevo entonces el frasco celeste.

- Imposible.-dijo la gitana- Es un lote: solamente se venden juntos, y no por separado.

- Es que...el frasco Verde...no me atrevo ni siquiera a espiar ese pensamiento...hay algo en él que me hace recorrer un escalofrío por toda la espalda.

- Es solo un pensamiento, joven. Totalmente humano. Nada distinto a lo que se nos pueda ocurrir a cualquiera de nosotros en algún momento de nuestras vidas.

- Creo que prefiero seguir con la mente en blanco, viendo la lluvia caer desde mi ventana.

- Desde que lo vi entrar a mi tienda algo me dijo que usted no era la clase de personas que está preparada para este tipo de pensamientos. Vaya nomás pa´su rancho y si por un repentino brote de valentía surge en usted el deseo de comprar estos pensamientos, yo seguiré aquí, como cada fin de semana.

- Está bien. Muchas gracias de todos modos. Adiós!- le dije y me alejé de la tienda, sorteando una suerte de obstáculos entre tantos charcos que me separaban de mi casa.



2.

La semana se hizo eterna. Llovió a cántaros y nadie -excepto los vagabundos- había en las calles. El sopor se apoderó de cada persona encerrada sin tregua en su hogar y las ventanas empañadas tampoco ayudaban a proyectar una fértil imaginación. Solo el viento silbaba entre los arboles cuyas ramas contorsionadas por el peso del agua apuntaban hacia el suelo. No había absolutamente nada para hacer, y lo único que ocupó mi mente todo ese tiempo fueron las palabras de la gitana, de modo que tomé el paraguas y me dirigí a la feria.
Desolación. Solo había tres tiendas abiertas: una de plantas carnívoras, otra de ventas de paraguas y la tienda de la gitana. Cuando llegué a la tienda de la vieja, ella ya me esperaba con los dos frascos en las manos. Me dijo:

- Divisé desde lejos una persona solitaria viniendo hacia acá y supe de inmediato que era usted!...Sé bien que la curiosidad es el único fuego que esta lluvia despiadada no puede apagar.

-No se diga más. Cúanto salen los frascos?

- $50

- $50!!?

-Ese es el precio.

-Solo tengo $25 en los bolsillos...hagamos una cosa: había dicho que uno de ellos es el antídoto del otro. Entonces puedo comprarle el antídoto cuando necesite de él?

- Llévate el pensamiento oscuro entonces, y regresa a mi tienda a comprar el antídoto antes de tener que necesitarlo. Nunca se sabe: El diablo corre más rápido que un corcel indomable cuando necesita concretar un pacto!

- De acuerdo!...me lo llevo.

-Tenga cuidado jovencito, no se lo vendería a nadie más que usted. Confío en que será sensato y tendrá juicio para manejar cualquier inconveniente, y le digo más: Una hora antes que llegue usted, una muchachita joven vino y preguntó por estos mismos pensamientos.

- y qué le contestó?

- Por supuesto le dije que no estaban a la venta.

- Bueno, imagino que usted tiene derecho a venderlos si usa un criterio de acuerdo al comprador. No se preocupe por mí. Estaré bien.

La vieja entonces, envolvió cuidadosamente el frasco oscuro y me lo entregó. Volví a casa a paso ligero, ansioso por destapar el pensamiento y matar tantas horas de aburrimiento.



3.

La lluvia amainó hacia el atardecer. Los nubarrones violáceos ocultaban los astros y a las brujas. El frasco de pensamiento estaba apoyado en la mesa y era oscuro como sangre de cuervo. Me serví una copa de whisky y me senté a contemplar aquella curiosidad de feria. Era escalofriante como el reflejo de los relámpagos resplandecían en toda la casa menos en aquel frasco. Cerca de la medianoche destapé el pensamiento y emanó un olor rancio que penetró mis narices y me revolvió el estómago. Toda mi conciencia se inundó de una embriaguez inexplicable. Llegué como pude a la cama y me desplomé en ella. La noche se hizo eterna: pesadillas interminables atormentaron mi descanso. Recordé la imagen de una de ellas: una aldea devastada por un incendio, Las cenizas cubrían las calles. Se oían gritos desesperados y un hombre de cabello negro, huía del pueblo montando un caballo al galope: llevaba una mujer aprisionada entre sus manos, mientras sujetaba las bridas como podía. La luna roja en lo alto de la noche guiaba su camino. Comencé a perseguirlo como pude a través del sendero por donde huyó. Los espinos con sus ramas extendidas al costado del camino rozaban mis piernas desgarrando la piel en jirones. Al fin llegué a un claro de luna en el bosque y divisé el caballo. Más adelante estaba el hombre arrodillado en el césped, junto al cuerpo ya sin vida de la mujer. El hombre oyó que me aproximaba y alzando la vista, me miró con sus ojos vidriosos. Me pareció familiar su rostro, pero no lograba reconocerlo. Finalmente me dijo:

- Tuve que hacerlo, estaba poseída por el demonio...Incendió toda la aldea!



4.

La mañana Siguiente amaneció con sol. Luego de tantos días por fin había dejado de llover, y el pueblo estaba tan húmedo como si hubiera emergido del océano después de llevar siglos hundido.
Me sentía enfermo: estaba débil y con unas líneas de fiebre. Preparé el desayuno pero no lo podía digerir, estaba inapetente y el pan no sabía a nada. Falté al trabajo y toda la tarde permanecí dentro de mi casa, tapado con unas mantas. Oía la gente pulular afuera, buscando besar el sol con sus pálidas caras. Todavía estaba aturdido de la noche anterior, y no podía aún dilucidar aquel pensamiento ni sabía de qué manera podría entretenerme con él ahora que la lluvia había cesado. Así discurrieron las horas hasta el atardecer...para entonces la idea se terminó de formular y estaba clara en mi mente. fué cuando lo supe: El inmundo pensamiento que había comprado en la tienda de la gitana era este:
"Debo matar a mi amada!" ...Horrible!.. ¿A qué monstruoso ser en época lejana, se le ocurrió semejante idea?..."Esto es ridículo!" -pensé. "Tanto misterio por un pensamiento vil y diabólico que estuvo aguardando todos esos años desde que fué concebido, para que un día cualquiera, aparezca un muchacho aburrido, y lo obtenga para consumar lo que la cobardía de algún villano impidió". Sentí un mareo por la sordidez de la revelación. Me creí estafado por semejante absurdo, y supe que no era necesario el antídoto, ya que tenía la convicción de que no emprendería semejante empresa maligna.
Cuando la luna reverberaba en el trigal, recuperé el apetito y cené liviano. La fiebre había desaparecido y ya me sentía mejor, Tomé un libro de literatura antigua del anaquel y leí bastante antes de que llegue el sueño. Esa noche no acudieron más pesadillas.


5.

Muchas de las tragedias en la literatura Romántica están relacionadas con las muertes de los amantes: se mata por amor, se comete suicidio por amor, se muere por amor...pero detrás de estas tragedias hay una pasión viva y desenfrenada, en donde la muerte es el último reducto, porque ya no se trata de una alternativa: sino la única opción. Pero este pensamiento no era mío...o al menos no lo era hasta que compré el frasco.
En los días siguientes a la revelación del pensamiento, hice todas las cosas habituales que suelo hacer en la rutina de la que soy prisionero: Trabajar hasta el mediodía, dedicarme a mi huerta por la tarde, cena a la luz de las velas por la noche, whisky, cigarro, lectura para llamar al sueño, y finalmente descanso. Pensé que aquel pensamiento no había cobrado impulso, y eso me dejó relativamente tranquilo porque creí que con los años que llevó encerrado dentro de aquel frasco se había debilitado, casi esfumado...pero entonces...porque hallé en la cocina un cuchillo nuevo, extremadamente grande y filoso, que no recordé haber comprado?.



6.

Comprar un pensamiento siempre es peligroso: nunca se sabe bajo qué circunstancias el creador del pensamiento ideó tal cosa. A veces los vendedores actúan de mala Fe e inventan historias fantásticas alrededor de un pensamiento que tienen a la venta y por ello cobran una fortuna. Todos los estafadores beben de la fuente de la ingenuidad de los pueblos y siempre un buen vendedor vende su producto más caro si es lo suficientemente carismático, y huye a tiempo si es lo necesariamente precavido. Entonces sucede que cuando el estafado regresa al lugar donde le vendieron la mentira, el vendedor ya desapareció del pueblo, y no hay nadie que reciba reclamos en su nombre. He conocido un caso no muy lejos de acá, en donde en una feria ambulante alguien vendía un fragmento del pensamiento de Dios. Se subastó a un precio muy alto, y un hombre adinerado lo compró. Al poco tiempo el comprador se dió cuenta de la estafa: el pensamiento era de un loco que se creía Dios y había concebido un plan para fomentar y crear un nuevo orden mundial y universal. Dios nos salve de tanto engaño!.
Yo, Nathaniel Sophena, tenía conmigo el pensamiento de un asesino y me poseía de una manera extraña. Sentía en mi vida un vacío que no se llenaba con placeres mundanos. Lo único que lograba hacerme olvidar por un rato ese asunto pendiente que mordía constantemente mi mente, era el opio. Pero todo volvía con más fuerza una vez que los efectos del humo o el alcohol se disipaban de mi organismo.



7.

Un viernes por la tarde, a la salida del trabajo, volvía a casa caminando por el parque Armenio y entonces ví a Clara a orillas del lago después de muchos meses sin verla. El viento estaba calmo, los cielos limpios, y yo contemplé indolente su imagen. No había testigos en los alrededores: El escenario estaba acondicionado para el crimen perfecto.
Me detuve un minuto, y comencé luego a acercarme en silencio como un depredador en su ámbito. Las palomas detuvieron su vuelo y se posaron en los árboles para contemplarme desde lejos. Quedé parado justo detrás de clara, quién al ver mi sombra proyectada giró bruscamente y me observó sorprendida sin articular una sola palabra. Yo tenía las manos en mis bolsillos, y con la derecha acariciaba el mango del cuchillo que descansaba oculto, pero al mirar sus ojos cristalinos, supe que no podría matarla nunca, ni siquiera con la influencia de ese pensamiento maldito.

-"Tenemos que hablar" dijo Clara.

Yo sentí una felicidad enorme en mi corazón, pero traté con todas mis fuerzas disimularlo, asi que solo asentí. Y le dije:

-"´Pasaré a buscarte el Domingo. También tengo mucho de qué hablar contigo"

Clara siempre me hizo sentir como un tonto enamorado, junto a ella mi corazón golpeaba el pecho violentamente. No había explicaciones complicadas, yo simplemente la amaba con todo mi ser.
Nos despedimos habiendo concertado ya nuestra cita y fuí caminando hacia la Feria para comprar el antídoto. No quería seguir con ese pensamiento, y mucho menos cuando las cosas con Clara podrían arreglarse.




8.

Amenazaba con llover cuando llegué a la tienda de la vieja. Cuando ésta me vió llegar dijo:

-Te lo dije bien claro: cómprame el antídoto antes de tener que necesitarlo! Ahora llegas tarde: el frasco que vienes a buscar se rompió ayer.

-No puede ser-dije tragando saliva.- y ahora que haré?

- Según dicen, si eres fuerte y tienes una gran voluntad puedes dominar un pensamiento, pero éste vivirá por siempre en tu corazón y será un anhelo que tendrás que combatir con esfuerzo.

- Es que es un pensamiento maligno y contradictorio con lo que realmente siento.

-En la lucha entre el bien y el mal prevalece el más fuerte. Manténte alerta!...el bien es noble, pero el mal nunca duerme.

Sentí una amargura al saber que nunca me salvaría de ese pensamiento. Pero en el fondo razoné que mi amor a Clara vencía al deseo de matarla, y si ese pensamiento maldito hubiera tomado las riendas de mi voluntad, entonces ya hubiese matado a Clara cuando tuve la oportunidad de hacerlo a orillas del lago.



9.

Así se fueron sucediendo las cosas, en su cauce natural como estaba predestinado a ser desde un principio en nuestras vidas: el Domingo nos encontramos con Clara y charlamos durante horas. Ambos descubrimos que no podíamos vivir el uno sin el otro, y decidimos vivir juntos de nuevo. De modo que se mudó a mi casa y volvimos a la rutina a la que echábamos tanto de menos, esa convivencia que altera el mundo de cada uno pero que tranquiliza y promueve el confort en los corazones. Todo volvió a ser como antes...

Hoy me levanté por la mañana y estaba lloviendo a mares. Clara seguía durmiendo. Estaba muy agotada y decidió quedarse en cama, cubierta hasta las narices con la sábana blanca de seda. Fui a la cocina a servirme un vaso de agua, y en la penumbra noté con sorpresa que todos los cuchillos de la casa resplandecían con un brillo especial. Clara era hermosa, siempre fué la luz de mis ojos... por eso en mi defensa ante el juez solo voy a alegar una sola cosa:

Yo nunca quise matarla.